LA ÚLTIMA FRONTERA
Es medianoche y una pareja de Buenaventura, Colombia, espera cansada en la terminal de buses de Tacna. José Aníbal y su mujer, Jasmine, acaban de convertirse en rebotados. Es el término que se utiliza para las personas a las que los agentes fronterizos chilenos no permiten cruzar el paso de Chacalluta, un complejo a menos de 300 metros del de Santa Rosa, del lado peruano, en medio de la única carretera que cruza el desierto y conecta Tacna, la última ciudad del país, con Arica, la primera población chilena.
Los coyotes son personas que saben cómo atravesar el desierto esquivando los puestos fronterizos y a la Policía de Investigación, la autoridad chilena dedicada a controlar la frontera. Tres son las principales rutas utilizadas: bordeando el mar, por la vía del tren que conecta Tacna y Arica o atravesando el desierto. Los migrantes tienen que caminar unas ocho horas; parece fácil desde el punto de vista físico si no fuera por las 180.000 minas colocadas por Pinochet.