Sumergidas
‘Coser las piezas de que se compone el calzado para unirlas’, esa es la definición de aparar según la RAE. Sin embargo para las mujeres de Elche que han pasado por la industria del calzado esa palabra lleva implícita mucho más. Dentro de Elche hay una industria camuflada. Cualquier día de la semana el sonido de las máquinas de coser se escapa entre las persianas a medio cerrar. Miles de mujeres que desde su casa o en pequeños talleres hacen que esta industria siga viva. Son aparadoras, mujeres que no necesitan presentación para ningún ilicitano, pero que la economía sumergida ha obligado a vivir en la invisibilidad.
El salario de aparadora es bajo, sin embargo el precio que una mujer paga por trabajar en el calzado es alto. Hay problemas de salud que se repiten entre ellas como dolores de huesos y articulaciones, depresiones o ansiedad. Pero si hay una enfermedad conocida entre las aparadoras es la polineuropatía tóxica o “parálisis del calzado” producida por el uso sin precauciones de adhesivos.
Con las deslocalizaciones muchas empresas trasladaron su producción hacia zonas de Asia. El volumen de trabajo descendió mientras la precariedad siguió aumentando. Pero el aparado esquivó el golpe y sobrevivió contra todos los pronósticos. La bajada de salarios por la crisis económica ha hecho otra vez rentable el pequeño taller para muchas empresas. A su vez, la falta de oportunidades ha convertido la máquina de coser en una opción, otra vez, para muchas mujeres.